Mientras la campaña se acalora, ya sea por la cercanía de las elecciones, la falta de propuestas concretas que estimulan el insulto y el marketing, se empiezan a utilizar los últimos tiros disponibles. Uno de ellos es la manipulación de las creencias religiosas de los electores. En efecto, los “creativos” de las campañas saben que una proporción muy importante de los ciudadanos tienen una filiación religiosa que va unida–así lo suponen- a un conjunto de valores incuestionables.