Cuesta
pensar que un Gobierno que tiene unas cifras de apoyo tan mínimas sea
tan torpe al querer contener una marcha estudiantil. Si el objetivo del
Ministerio de Interior era mantener el orden público fracasó
rotundamente, ya que el accionar desproporcionado de Carabineros
paralizó una parte esencial de la ciudad durante todo el día jueves y
diseminó el conflicto que antes estaba focalizado a otras zonas de la
ciudad. Si quería proteger la propiedad pública y privada también
fracasó por las estimaciones previas de daños. Si quería proteger la
integridad y derechos de las personas fracasó más rotundamente aun, ya
que literalmente gaseó las comunas de Providencia y Santiago, y como
vimos durante todo el día en las cadenas de transmisión televisivas, los
más perjudicados fueron los vecinos y los ciudadanos de a pie. Prueba
de ello fue que el llamado de Camila Vallejos -mediante twitter- para
hacer un cacerolazo durante la noche del jueves fue masivamente
secundado en todas las grandes ciudades del país y muy especialmente por
los vecinos del centro a los cuales el Sr. Ministro dice querer
proteger y que también fueron reprimidos.
Blog de pensamiento político y cultura de Christian Retamal. Muchos de los textos son del blog de igual nombre del Diario chileno La 3ª.
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17 ene 2013
15 mar 2011
El sentido de una deuda histórica
Desde hace algún tiempo el término “deuda histórica” aparece con mayor frecuencia para recordarnos lo imperfecta que es nuestra democracia, las falencias de nuestra cultura política y lo incompleto del reconocimiento a diversos grupos y sus historias específicas. Tanto en el caso del pueblo Mapuche como en el caso de los profesores ciertamente hay una profunda deuda que tiene el carácter de histórica no sólo por lo extenso del problema en el tiempo, conmensurable en generaciones y décadas, sino por la magnitud que ha cobrado. Así, la expresión deuda histórica tiene la dimensión de un problema casi monumental –en el peor sentido del término- que no ha sido resuelto y que manifiesta la falta de voluntad o la simple incompetencia, no sólo de los gobiernos, sino de la propia sociedad chilena para enfrentarse a sus dilemas.
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